martes, 6 de julio de 2010

Hermoso día de invierno






























Hermoso día de invierno en Buenos Aires. Mucho viento, del sudeste, el río crece, alardea con desbordarse, la lluvia amenaza con inundar. La gente va,  camina con la cabeza entre los hombros, con el cuello encogido y los ojos achinados para no hacerle frente al viento. Abrigados, solitarios, estación de mucho silencio, de hablar poquito y necesario, que el aire frío no lastime la garganta.
Meterse para adentro. Poco sexo, da pavor desnudarse. Mucha comida caliente, salsosa, espesa, que haga transpirar, que invite al vaso de vino. Dormir arropado, muy tapado, hasta las sienes. Si es posible con compañia, entrecruzando los pies, calentarse mutuamente. Tocarse, tocar, que lindo verbo. Mimar, hacer un mimo, bien impagable. Abrir la boca y acariciar con la palabra, decirle al otro, anhelo. La compañia, la palabra, la mano que toca, el cuerpo que recibe, las sábanas que se calientan despacito. Ahora, quizás, el sexo es posible. Es la culminación concreta de un devenir inesperado en la mañana de frío del hermoso día de invierno en que tomaste estas fotos e imaginaste.

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