viernes, 30 de octubre de 2009

afectos

 
Un buen vino, algo de comer, una charla íntima, sincera, desprejuiciada de todo interés, de ambiciones; abrirse al otro, mostrar las miserias, escuchar atentamente sin darse cuenta, el tiempo que transcurre y a nadie le importa porque no hay tiempo ni lugar, sólo comunión, ceremonia. Hablar, escuchar, silencios, miradas, gestos que hablan, acciones que desnudan a personas que ya se vieron desprovistas demasiadas veces, que conocen cada tramo de nuestra piel, que reconocen las cicatrices, que recuerdan el dolor de las heridas ya cerradas. Parar y bajarse del tren bala que inexorablemente va a estrellarse contra el muro. Paradas que se producen pocas veces, escasas, demasiado. Junto a un amigo en el rincón de un bar hasta que den vueltas las sillas sobre las mesas. Un amor en una noche silenciosa junto a una botella de vino, en un sillón, algo de música. Pares de ojos para ver y reconocerse, instantáneas de éxtasis que hacen, a veces, que la vida tenga un pequeño sentido. Trascendencia.

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