martes, 24 de febrero de 2009

Mujeres que aman demasiado I

Edith Piaf, París, 19 de Diciembre de 1915 - 10 de Octubre de 1963

Vida trágica, sinónimo del siglo XX, nació muy pobre, fue criada en los suburbios de París por prostitutas y artistas callejeros mientras su padre luchaba en la Primera Guerra Mundial.
Alcohólica, adicta a la morfina, fea, pero dueña de una voz inconfundible, incomparable, símbolo de una nación.
El gran amor de su vida fue un boxeador, Marcel Cerdan, al que conoció en Nueva York durante una gira.
Su vida estuvo rodeada de ausencia y muerte. Tuvo una hija a los 17 años que murió de meningitis, dos años después. Su gran amor Cerdan, murió en un accidente de avión, que había tomado para ir a su encuentro, un año después de haberla conocido.
Se le adjudican romances con Marlon Brando, Yves Montand, Charles Aznavour, Theo Sarapo, Georges Moustaki, se casó con el cantante Jacques Pills.
Nunca pudo superar la muerte de Marcel Cerdan, lo reempalzó con el alcohol y la morfina.
Murió a los 48 años víctima de cirrosis.

En 1961, Édith Piaf ofrece una serie de conciertos, tal vez los más memorables y emotivos de su carrera, en el Olympia de París, mítico lugar que estaba bajo amenaza de desaparecer por problemas financieros. Es en ése, su salón de espectáculos favorito, en donde interpreta la canción Non, je ne regrette rien, canción que, compuesta para ella por Charles Dumont, se adapta perfectamente a su persona. Con ello salva al Olympia.
A esas alturas, estaba muy enferma para tenerse en pie, y se mueve y canta sólo con importantes dosis de morfina.


La última escena de la reciente película sobre su vida que protagonizó Marion Cotillard retrata ese momento en el Olympia de Paris.




No, nada de nada


No, no me arrepiento de nada
Ni el bien que me han hecho, ni el mal
Todo eso me da lo mismo
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Está pagado, barrido, olvidado
Me da lo mismo el pasado

Con mis recuerdos
Yo prendí el fuego
Mis tristezas, mis placeres
Ya no tengo necesidad de ellos
Barridos mis amores
con sus trémolos
barridos para siempre
Vuevo a partir de cero

No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Ni el bien que me han hecho, ni el mal
Todo eso me da lo mismo
No, nada de nada
No, no me arrepiento de nada
Pues mi vida
mis alegrías
hoy
comienzan contigo...




1 comentario:

Anónimo dijo...

y al final (porque siempre hay un final), y después de todo: ¿qué es demasiado?

Siempre más, y uno sólo se arrepiente del tiempo perdido...

Un placer