jueves, 2 de julio de 2009

Onetti, cien años

"


Ayer, 1 de Julio de 2009, Juan Carlos Onetti hubiese cumplido cien años.
¿O los cumplió?
Quizás en Santa María, su ciudad, sólo, en la cama, postrado con sus libros, fumando uno tras otro, festejó recordando a Elena, a Brausen y al doctor Diaz Grey.
Onetti, un monstruo sagrado, la prepotencia del estilo, ese estilo que contara lo que contara nunca entregó y lo hizo inigualable.
Onetti y sus personajes, personajes de un mundo sin sentido, perdedores, como todos nosotros, que toman conciencia de la tragedia de la vida.
Onetti y sus lectuas, lector empedernido como él mismo se definiera, admirador de Faulkner, al que consideraba el mejor escritor de la historia.
Onetti y sus libros, su escritura, sus cuentos, sus novelas, "La vida breve" el nacimiento de Santa María y su consagración definitiva.
Todos los que alguna vez leímos a Onetti y reconocemos en nuestras vidas algún momento de angustia y desesperación como el que sufren sus personajes, entendemos que no puede existir una forma más sublime y perfecta de describir esas situaciones, que sólo Onetti puede poner en palabras, con ese estilo trabajado, milimétrico, el sin sentido y la insatisfacción permanente de la vida, del transcurrir por acá por un instante.
La frase quirúrgica para describir la vida en su estado de máxima pureza.
Pura vida, pura literatura.
Que es lo mismo.

Para él que nunca lo leyó, va un fragmento de "La vida breve":

"Tal vez sea esto lo que uno va aprendiendo con los años, insensiblemente, sin prestar atención. Tal vez los huesos lo sepan y cuando estamos decididos y desesperados, junto a la altura del muro que nos encierra, tan fácil de saltar si fuera posible saltarlo; cuando estamos a un paso de aceptar que, en definitiva, sólo uno mismo es importante, porque es lo único que nos ha sido inidscutiblemente confiado; cuando vislumbramos que sólo la propia salvación puede ser un imperativo moral, que sólo ella es moral; cuando logramos respirar por un impensado resquicio el aire natal que vibra y llama al otro lado del muro, imaginar el júbilo, el desprecio y la soltura, tal vez entonces no pese, como un esqueleto de plomo metido dentro de los huesos, la convicción de que todo malentendido es soportable hasta la muerte, menos el que lleguemos a descubrir fuera de nuestras circunstancias personales, fuera de las responsabilidades que podemos rechazar, atribuir, derivar."

("La vida breve", Juan Carlos Onetti, Editorial Sudamericana, 1974)



Reblog this post [with Zemanta]

No hay comentarios: