martes, 28 de julio de 2009

Locos

Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre.
(Samuel Beckett)


Franz Reichelt

Para probarlo, utilizó primero un muñeco que llevaba su invento, y que lanzó desde lo alto de la Torre Eiffel, por entonces la estructura más alta del mundo. El muñeco se estrelló contra el suelo, pero Reichelt argumentó que, por ser un muñeco, no tenía la posibilidad de abrir los brazos.
Entonces, decidió probar su invento él mismo. Las autoridades de la Torre Eiffel se negaron, diciendo que Reichelt necesitaba un permiso especial de la Policía.
Extrañamente, la Policía otorgó ese permiso, pero antes, las autoridades de la Torre Eiffel le hicieron firmar un documento que las liberaba de toda responsabilidad si el invento fallaba.

El 4 de febrero de 1912 por la mañana, unos cuantos espectadores y agentes de policía se hallaban reunidos al pie de la torre. Además, un equipo de filmación con (por lo menos) dos cámaras estaba preparado para registrar el acontecimiento.
Reichelt, desde lo alto, duda mucho antes de saltar. Como se ve en la filmación parece que no se va a animar. Parece que se arrepiente. Tiene miedo. Finalmente lo hace. Cayó de forma vertiginosa, se estrelló violentamente contra el piso, dejando un profundo agujero en el suelo. La escena final de la película muestra a los insensibles espectadores midiendo la profundidad del pozo.

Reichelt inspiró una obra de teatro y un cortometraje documental que narra su vida.


1 comentario:

Anónimo dijo...

no hay nada que hacer. cada uno se estrella solito por el peso de su propia locura